lunes, 17 de julio de 2017

Reseña: Camino de Odio

Titulo: Delbaeth Rising: Camino de Odio
Autor: Gonzalo Zalaya/Victor Blanco
Editorial: Ronin Literario
Precio: 19'90 €
Páginas: 361

SINOPSIS

Una vieja fe resurge y no admite competencia. Verdaderas fortunas y un poder como nunca antes ha conocido el Reino se están amasando bajo la bandera de Aron, dios de los khalusitas. Su líder, ha conseguido ascender de simple mercenario a hombre de confianza del rey.
Pero otro ascenso se está llevando a cabo desde los pozos de lucha. Elfo, loco, gladiador, héroe: Delbaeth el Cortador, última esperanza para salvar el trono. Acompañado del mediano Ratón, Delbaeth desatará una tormenta de acero y sangre sobre las hordas de sacerdotes racistas que están persiguiendo a las criaturas no humanas.


RESEÑA

Sangre y arena.

Como si de un episodio de la excesiva y recomendable Spartacus se tratase, Camino de Odio arranca con la algarabía de la celebración de la Saturnal de Enki, culminada en un combate de gladiadores. Y uno de ellos, uno de esos dioses de la arena, es nuestro protagonista: Delbaeth el Cortador.

De su mano llegan las primeras líneas retorcidas en las páginas de inicio, rompiendo con lo más clásico dentro de la fantasía, un matiz distinto que es muy de agradecer. Delbaeth es un elfo, pero no tiene nada que ver con los elfos hermosos, rubios, sabios y pensadores que pueblan casi todas las historias de fantasía, no. Curtido y cortado en miles y miles de combates, más animal que hombre, encadenado durante un siglo hasta ser el mejor gladiador de Velarburgo. Un siglo, cien años de esclavo, de matar para sobrevivir. Produce un escalofrío solo con pensarlo.

Como suele decirse, cuando estás en la cima solo puedes ir hacia abajo, e incluso un esclavo puede generar enemigos poderosos. Sobre todo cuando uno es seguramente más conocido que su propio patrón. El combate se convierte en una pública sentencia a muerte, contra Delbaeth y su amigo Caernavon, ejecutada por las manos de cinco hombres libres contratados para ello.

Combate narrado de forma tan visual, que incluso llegas a sentir alguna que otra gota de sangre salpicándote el rostro. Delbaeth lucha, mata, como un campeón pero al final cae derrotado, más muerto que vivo. Y su muerte se convierte en el precio a pagar por su libertad. Libertad que llega gracias a Laurentius, un mago que decide rescatar al elfo moribundo para darle una mejor utilidad a sus singulares habilidades.

De boca de Laurentius, podremos situarnos mejor en la historia, en el mundo más allá de la arena de los gladiadores. El mago era consejero del rey Galdron, soberano del Reino, hasta que fue desplazado por la llegada de un grupo de mercenarios conocido como las Hojas Huérfanas (me encanta el nombre), que ganó importancia en el campo de batalla antes de hacerse un lugar en la corte del rey.

Herramientas que terminan usando al hombre que pretendía usarlas. Dirigidos por Gumbald el Rubio, establecen a su dios Aron en el Reino, derribando y enfrentado a los otros cultos y a los seres feéricos, perseguidos quemados en hogueras. Laurentius sigue siendo leal al Reino y a su rey, por lo que quiere expulsar a los mercenarios antes de que acaben con Galdron. ¿Cómo hacerlo? Arrebatando a las Hojas Huérfanas una arma comprada a los gnomos, un arma comprada a espaldas del rey y nunca vista anteriormente.


Sí. A simple vista puede parecer un argumento algo manido, el típico Camino del Héroe tan propio de la fantasía, ¿verdad? No, para nada. Delbaeth dista mucho de la imagen habitual de un héroe, y no solo por tener un cuerpo cubierto de cicatrices. Actúa como un perro mil veces apaleado y cuyo único recurso es soltar una dentellada tras otra. Su camino es el del odio, el de la espada, la sangre y la muerte.

Su compañero la mayor parte de la aventura será Ratón, un mediano sirviente de Laurentius, que será el contrapunto de Delbaeth en más de un sentido. Más pausado y reflexivo que el elfo, sus personalidades chocarán en más de una ocasión a lo largo de su viaje. Un recorrido por el Reino que les llevará a enfrentarse a los seguidores de Aron, dejando un reguero de muertos que no tardará en llamar la atención del mismo Galdron y de Gumbald el Rubio.

El khan de las Hojas Huérfanas envía tras ellos a Decoyen, cambiaformas, espía y rastreador. Siguiendo el rastro de esa caza, los mercenarios descubrirán el destino y el objetivo de los dos compañeros. La carrera por llegar antes, se saldará con victorias efímeras, alguna derrota pero sobre todo revelaciones que dejan con ganas de descubrir por qué derroteros seguirá el camino de Delbaeth.

VALORACIÓN FINAL: 7/10

Camino de Odio es una más que disfrutable novela de fantasía. El tandem de autores, nos ofrecen un mundo con toques clásicos, tanto en forma de protagonistas como en la historia, pero arrojan sobre eso conceptos litros de sangre, aceros afilados y diálogos descarnados.

Nada es lo habitual, lo esperado. El heroe de la historia se asemeja más a un perro apaleado, que a un paladín de la justicia. La sociedad más realista de lo que uno puede pensar de entrada, con sus luchas de religiones y el racismo de la fe. Es muy complicado dar con algo distinto en un genero tan trillado como la fantasía, por lo que es de agradecer muy gustosamente cuando se encuentra algo que se sale de los moldes más clásicos.

El estilo es crudo, duro, acorde con la historia y los personajes.. Los combates se narran con fluidez, descritos de manera concisa pero sin llegar a resultar confusa, lo cual facilita la lectura enormemente. Es muy farragoso encontrarte un libro donde no entiendes lo que pasa cuando lees, un problema que aquí no tenemos en ningún momento.

Habrá algún lector que piense que la historia es demasiado sangrienta, o que se abusa de los combates. A mí personalmente me parece que le dan un toque realista, y que además agiliza la lectura, pero los gustos son de cada uno. Solo puedo decir que se merece una oportunidad, que la hemoglobina no tape una novela escrita con mimo y preocupación por los detalles.

Por mi parte, subo a bordo para querer saber como sigue el camino sangriento de Delbaeth.

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