jueves, 15 de junio de 2017

El Síndrome de Darrin

Estas viendo una película o serie en tu casa, sentado comodamente en el sofá. Algo no va bien en lo que estás viendo, no termina de encajarte. Tardas en darte cuenta que uno de los personajes no solo parece distinto, es distinto. Tan distinto que es otro actor.

Seguro que esta escena os suena a más de uno. Un personaje que de un día para otro, una temporada o película más bien, sufre un cambio radical en su aspecto. Cuando te das cuenta, al menos en mi caso, llama mucho la atención, casi hasta el punto de preguntarte como los otros personajes no se dan cuenta de que es otra persona. Especialmente, si el nuevo actor no se parece, ni poniendo mucha fe, al personaje original.

Este fenómeno se conoce con el nombre de Síndrome de Darrin, que se produce al cambiar de intérprete por cualquier motivo, siendo el personaje o principal o con un peso lo suficientemente importante, como para eliminarlo sin más. ¿De donde viene este curioso nombre? Pues tiene su origen en la serie Embrujada, de 1969. Los problemas de salud del actor Dirk York, coprotagonista de la serie, obligaron a la productora a remplazarlo por Dirk Sargent, literalmente, de un día para otro, sin que se hiciese ninguna referencia o explicación a dicho cambio. ¿El nombre del personaje? Darrin Stephens.

Darrin Stephens antes y depués del cambio
Aquellos que hayan nacido en la década de los '80 o '90, seguro que recuerdan la comedia de El Príncipe de Bel-Air, y como al comenzar una temporada, la tía Vivian de Will Smith sufría todo un cambio físico, detalle al que los mismos personajes comentaron en más de una ocasión, rompiendo completamente la cuarta pared, con la complicidad de los espectadores. Cambios que tambien se produjeron en otras comedias de la época, como Seinfield, Friends o Cosas de Casa, aunque sin esa gracia añadida de utilizarlo como recurso cómico adicional.

Por supuesto, esos cambios no se deben siempre a problemas de adicciones, o económicos o a simples despidos, también hay ocasiones en las que la mala suerte de un fallecimiento repentino obliga a buscar un remplazo. Es el caso de Andy Whitfield en Spartacus, cuya trágica muerte obligo a que su papel cayese en manos de Liam Mcintyre. El mismo caso que en la saga de Harry Potter. Richard Harris interpretó al director Dumbledore en las dos primeras películas, pero tras su muerte, fue Michael Gambon el encargado de recoger el testigo al mando de Hogwarts.

El de Dumbledore fue un cambio obligado.
Mención aparte merece la serie de Game of Thrones, que ha hecho del Síndrome de Darrin un suceso casi habitual en sus temporadas. Ser Gregor Clegana ha tenido hasta tres encarnaciones distintas, y tanto Daario Naharis como Beric Dondarrion, cambiaron de aspecto de forma muy reconocible.

Por último, el Doctor Who ha convertido el cambio de protagonista en parte de la trama, lo cual le otorga cierta lógica entre los distintos, muy distintos, actores. No incluyo a James Bond, principalmente porque la saga de 007 ni siquiera sigue sus propias reglas de continuidad: En Goldeneye, Judi Dench es recibida como la nueva M por James Bond, sin embargo en Cassino Royale, la primera misión de 007, su M ya estaba al mando del MI6. Sin lógica.

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