miércoles, 15 de marzo de 2017

Homenajeando a Lovecraft


Tal día como hoy, hace ochenta años, moría en Providence Howard Phillips Lovecraft a causada de un cáncer intestinal. Contaba tan solo con cuarenta y seis años, pero dejaba a su muerte más de un centenar de escritos que hicieron de él uno de los autores más influyentes del siglo XX en la literatura fantástica, así como un innovador en el genero de terror y la ciencia ficción.


Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn

Tenía una vaga idea en la cabeza sobre cual sería la mejor forma de homenajear en alguna medida a un autor con tanta importancia y cuyo legado sigue vivo, tremendamente vivo. Hacer un resumen de su vida y de su obra me parece un tanto impersonal, pues escupir dato tras dato es algo más propio de una wikipedia. En cualquier otro momento, y quizá lo haga en un futuro, haría ese recorrido vital, recomendando una o varias de sus obras, pero hoy me permito la licencia de hablar de lo que supone Lovecraft para mí.

Lo primero que tengo que aclarar es que mis primeros pasos en el mundo de Lovecraft y los Mitos de Cthulhu, no fueron precisamente a través de la literatura, no. Fue gracias a uno de los muchos juegos derivados de su obra. Muchos, sí. Porque Lovecraft y su mundo de los Mitos, es la base de infinidad de juegos de rol, de cartas, de tablero, de mesa... es una marca en si mismo que empresas como la española Edge o la norteamericana Fantasy Flight Games usan como sustento para publicar, bueno, los juegos a lo que me refiero.

En mi caso, el primero y que más me llegó a impactar fue el querido y apreciado La Llamada de Cthulhu LCG. Había oído hablar vagamente de Lovecraft mucho antes sin llegar a profundizar mucho, como imagino le sucede a todo el mundo, pero a través de las cartas magníficamente ilustradas se produjo mi primer contacto con los dioses primigenios, los cultistas y sectarios, los alienígenas y los esforzados investigadores que les hacen frente.

La ambientación me atrapó al instante.

Absorbía cada pequeño detalle sobre los Mitos que salía a relucir en cada una de las muchas (muchísimas) partidas que compartía semanalmente con un pequeño grupo de buenos amigos. Uno de ellos fue quién me dejó el primer libro de Lovecraft que pude leer y disfrutar: El Horror de Dunwich. No es una lectura fácil, no es un estilo que atrape, pero ahí, en esas páginas, había un mundo oscuro, mágico, de terror y sacrificio.

A ese primer libros le siguieron más. Entre partida y partida: El Horror de Red Hook, La Llave de Plata, Las Montañas de la Locura, La Llamada de Cthulhu, Hongos de Yugoth, La Sombra sobre Insmouth... historias que atrapaban, envueltas en las nieblas de lugares sombríos, bosques oscuros y criaturas imposibles.

Casi una década desde esa primera aproximación a los Mitos. Una afición que, como un sectario de los libros de Lovecraft, he transmitido a más amigos para disfrutar juntos de ese mundo de horror sobrenatural que tantas y tantas horas de diversión me ha proporcionado en este tiempo. Hoy es el día indicado para dar las gracias a H. P. Lovecraft por ello y, citándolo decir:

No está muerto lo que puede yacer eternamente; y con el paso de los extraños eones, incluso la Muerte puede morir.

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